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Wednesday, November 23, 2005

Mujer al volante...


... Peligro constante... Se ve que es un dicho que Paul Stoddart (Dueño de la escuderia Minardi) desconocía o no creia, hasta ayer. Hoy, con un auto de testeo hecho pelota, debe estar preguntándose porque no mando a Katy a lavar los platos?


Diario Olé - Martes 22 Noviembre 2005 Mujer al volante


Su nombre es Katherine Legge. Es inglesa y hoy se convirtió en la primera mujer en subirse a un monoplaza de la máxima categoría del automovilismo mundial después de 13 años. Todo un logro. Sin embargo, no le fue muy bien: dio sólo dos vueltas a bordo de su Minardi antes de terminar contra el muro de contención.

Años atrás, ver a una mujer pateando una pelota hubiera sido poco más que una atrocidad. Hoy, hasta juegan mundiales. Años atrás, ellas sólo veían las carreras de autos por TV, o en el mejor de los casos, un marido bondadoso las llevaba a un autódromo para que apreciara los fierros más de cerca. Hoy, también se suben a esos autos.
Muchas veces blanco de insultos de algún conductor enfurecido, las mujeres al volante son moneda corriente en las calles de cualquier ciudad. Entonces, no llama la atención que prueben suerte arriba de los monoplazas más veloces del planeta. No hay duda que pueden hacerlo muy bien. Claro que el de Katherine Legge no es el caso.

Después de 13 años, la inglesa se convirtió en la primera mujer en subirse a un bólido de Fórmula Uno. Más precisamente a un Minardi. Y ahí fue ella. Muy confiada. Se puso su traje antiflama, se colocó sus guantes, se calzó su casco y se metió dentro del cockpit. Hizo rugir su motor y salió a la pista del circuito de Vallelunga, en las afueras de Roma, para hacer unas pruebas para la escudería que confió en su muñeca.

Entonces empezó a acelerar. Llegó a la primera curva. Bajó un cambio, luego otro. Dobló. Encaró la chicana y volvió a acelerar. Dio la primera vuelta. Agarró confianza. Dio la segunda. Más confianza todavía. Volvió a encarar esa curva que había transitado con éxito en los giros anteriores. Pero esta vez, fue con distinta suerte. Esta vez no llegó a ver la chicana, sino lo que vio fue el muro de contención justo delante suyo. Y con su monoplaza de unos cuantos millones de dólares reventado, se bajó.

¿Cuántos hubieran dado la vida por estar en su lugar? Cientos, miles. Y tal vez más. Pero fue ella quien se subió a ese Minardi y se dio el gusto de sentir el ruido de ese motor bien cerquita de sus oídos. Así que felicitaciones para Katherine. Después no digan que la sociedad es machista.

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